6.9.10

"Benito Cereno" - Comentario final


Ante todo, los felicito por el trabajo realizado. El grupo en general parece haber tomado la actividad muy seriamente, con el rigor y el profesionalismo que, por cierto, corresponde a una tarea universitaria, pero que a esta altura temprana de la carrera no necesariamente es previsible como primera reacción. En general, creo que la variedad y el nivel de la discusión han sido más que auspiciosos.
A partir de la respuesta a uno de tantos aportes estimulantes que ustedes han enviado en estos días, esta entrada les propone reflexionar sobre otras cosas, que tienen que ver con Melville pero también, y creo que esto es más importante, con nuestro propio presente. Melville escribe, sobre todo, para sus contemporáneos y sus coterráneos; su objetivo es ayudar(los) a pensar y a sentir algunas de las grandes cuestiones de su tiempo y lugar. Pero, como ya dije en otro sitio del blog, si una obra literaria sigue vigente como obra literaria hoy, es porque ella puede ayudar(nos) a pensar y a sentir algunas de las grandes cuestiones de nuestro tiempo y nuestro lugar. Esta entrada apunta a eso.

“Considering the lawlessness and loneliness of the spot, and the sort of stories, at that day, associated with those seas [...]”
(Tomando en cuenta que era un sitio sin ley y que no había nadie, y el tipo de historias que, en ese entonces, uno asociaba con esos lugares [...])

[Como material complementario a esta entrada, les recomiendo leer este pasaje de La peste (1947), de Albert Camus. Aunque el texto no corresponde al período que nos toca estudiar, su lectura es enriquecedora.]

 *    *    *

Inés Acosta hace observaciones interesantes que refieren sobre todo a la cuestión del narrador (Tema de discusión 5). Sin embargo, importa destacar una cuestión (que se vincula, aunque solo indirectamente, a sus comentarios), pues es uno de los temas que la crítica considera más relevantes y valiosos en el texto de Melville.

[Este comentario ha sido editado y se han omitido algunas partes.]
Dice Inés:
Es interesante la forma de relato que tiene esta historia. Cómo señaló el profesor y al releer el texto, se nota que el narrador (que se supone que conoce lo que sucedió realmente en el San Dominic), nos engaña a nosotros lectores, al igual que la tripulación engaña al capitán Delano. [...]
El profesor plantea por qué debemos asumir que luego de que fuimos puestos ante una representación, el narrador comienza a brindarnos toda la información. Y se pregunta “¿Qué nos indica que, ahora si, ya no estamos ante una representación encubierta, sino ante ‘la realidad’?”. Creo que en ese sentido Melville apela al recurso de contar a través del “documento” y el narrador en este momento se lava las manos, por decirlo de alguna manera, aludiendo a lo que dicen las declaraciones de los implicados en la historia y no ya algo dicho por él. Cuando comienzan a contarse los hechos tal cual sucedieron, se hace a través de documentos oficiales con la declaración de don Benito que el narrador supuestamente transcribe. Este recurso yo lo interpreto justamente como un aviso del narrador que nos dice “ya no es la historia que yo les venía contando, ahora es lo que realmente estaba sucediendo, (al menos desde la percepción de Benito Cereno, y que se recogió en este documento)”. De hecho, antes de transcribir [el documento], el narrador nos advierte que lo que vamos a leer es la versión de don Benito, la percepción que él tiene de lo sucedido (que fue cuestionada por el tribunal, el cual desconfió de la veracidad de algunos de los hechos narrados por Cereno, ya que decían que nunca podrían haber sucedido, pero que fueron confirmados por los marineros después).
El documento, puesto en medio del relato, representa para mí ese aviso de que estamos ante “la realidad” (subjetiva claro ya que es la vivida por don Benito), y ya no ante la representación que nos hace el narrador de la historia.

Comentario de E. I.:
Inés señala que la parte presentada como transcripción de un documento equivale a “contar los hechos tal cual sucedieron”. En un texto donde el engaño -y la desconfianza- ocupan un lugar tan importante, podemos preguntarnos si esta es una transcripción y si, de serlo, es fidedigna. El propio Delano, repentinamente devenido narrador, se adelanta a excusarse de las posibles inconsistencias que los lectores puedan encontrar, atribuyéndolas a que se trata de una traducción (del español, idioma que, a esta altura del relato ya lo sabemos, no domina perfectamente). Que no sospeche el que no quiera...
Pero más allá de estas incertidumbres, hay otras más profundas. ¿Una declaración legal “cuenta los hechos tal cual sucedieron”? ¿Acaso los procesos judiciales no suelen fundarse, precisamente, en la existencia de versiones contrarias sobre "los hechos"? Y si salteamos esta dimensión y vamos a los resultados (al dictamen): si un tribunal decreta cuáles fueron los hechos, ¿debemos asumir que eso es lo que ocurrió? ¿Los tribunales nunca se equivocan, o fallan injustamente?
Toda sociedad organiza diversas dimensiones de verdad y mecanismos de verdad. En la nuestra, existe lo que podríamos llamar la dimensión jurídica de la verdad, cuyos mecanismos son los tribunales. Un tribunal (un juez, p. ej.), es el mecanismo que nuestra sociedad se da a si misma para establecer qué pasó. Ahora bien, para empezar, ese tribunal no es infalible, por supuesto. Pero además, y lo que es tal vez más importante, solo aborda la dimensión jurídica de los hechos: no dictamina sobre la dimensión moral, filosófica u otras de esos hechos. Aplica la ley -un código jurídico, ese sí basado en principios morales, filosóficos, etc.-.
Y sin embargo, hay dimensiones que nuestra sociedad considera por encima de la dimensión jurídica. Por eso hay mecanismos que pueden operar por encima de la decisión del tribunal (en algunos países existe, por ejemplo, la figura del perdón presidencial: el líder máximo de la sociedad puede perdonar a alguien que ha sido condenado jurídicamente)-. El relato de Melville parece plantear un problema que corresponde, precisamente, a un orden superior al de lo jurídico; un orden más próximo a lo que hoy solemos llamar “derechos humanos” -cierta dimensión de la verdad y de la justicia que está por encima (o si prefieren, en la base de) toda otra dimensión, incluida la jurídica-. Así, por ejemplo, una ley que acepte la esclavitud, aunque sea jurídicamente válida en una sociedad, podrá ser considerada inaceptable en esa otra dimensión, la "humana". En el caso de Melville, una de las cosas en que él parece estar pensando es cómo resolver la difícil relación entre los estados que han abolido la esclavitud y los que no lo han hecho. Piensen lo que pasaba en Estados Unidos cuando un esclavo se escapaba y llegaba a un estado donde la esclavitud era ilegal: ¿se volvía libre? ¿o había que devolverlo a quien, en otro estado, era su proprietario legal? Se trataba de un mismo país, después de todo... El fugitivo era, a los efectos legales de un estado, un delincuente, y la policía tenía la obligación de capturarlo. A veces las autoridades del estado al que había escapado no lo apresaban, pero su "dueño" lo perseguía y capturaba. ¿Sobre qué bases evitar que lo hiciera, si no estaba cometiendo ningún delito? En 1851, pobladores locales que habían dado acogida a esclavos fugitivos en Christiana, Pennsylvania, repelieron a tiros al propietario legal de los esclavos y sus hombres, que habían ido a capturarlos, matando al propietario e hiriendo a varios otros, en lo que se conoció como la asonada de Christiana.
El problema de fondo, para la sociedad en la que Melville escribe, es qué significan -cómo funcionan, qué sentido tienen- cosas como “verdad” o “justicia” en un sistema esclavista. Y en su forma más de fondo, tal cuestión es válida no solo para la sociedad de Melville sino, trasladada a nuestro tiempo, para nuestra propia sociedad. Para ver esto, sin embargo, es preciso antes entender qué puede estar planteando Melville sobre los criterios de “verdad” y de “justicia” de su propia sociedad.
Inés observa, muy adecuadamente, que lo que tenemos en las deposiciones es “la versión de don Benito Cereno”. Y luego, las versiones de otras personas. ¿Qué versiones deberíamos tener, también, a fin de hacernos una idea de lo que pasó, y NO tenemos?
Las deposiciones legales, ¿nos acercan a “LOS” hechos, o por el contrario parecen confirmar UNA versión de los mismos, pero por la vía de excluir -se diría que cuidadosamente- otras voces y, por lo tanto, otras versiones?
En otras palabras, hay dos cuestiones que debemos plantearnos ante este “documento”:
1. ¿Qué nos deja ver dicho documento, y (quizá más importante), qué no nos permite ver? Obviamente, hay algo (ciertas voces, ciertas versiones de lo sucedido), que el documento no nos da y que es fundamental para que nosotros, lectores, emitamos juicio sobre lo que pasó.
2. ¿Hay alguna forma, en el texto, de acceder a aquello que el documento nos oculta? ¿Cuál? -Y si no la hay, ¿qué significa esa ausencia? ¿Qué significa que no accedamos a esas voces y versiones? Esas son, creo algunas de las grandes preguntas que plantea “Benito Cereno”. ¿Alguien puede responder a ellas o comentar esta dimensión del relato?
Dicho de otro modo: ¿Qué piensa Babo? ¿Qué siente? ¿Cuáles son los motivos, las justificaciones, los atenuantes, que podría dar? -No lo sabemos. No lo sabremos nunca. Él no habla. No es que no lo dejen hablar, es más bien que asume que su palabra, en ese contexto, no vale la pena ser dicha. El esclavo no es sujeto, sino objeto. No es sujeto de verdad (su palabra no tiene el mismo valor de verdad que la que tiene un hombre libre), ni sujeto de justicia (sus derechos no pertenecen a la misma dimensión que los de un hombre libre: se parecen más a los de un objeto, o un animal, -o mejor dicho, algo más que eso, pero sin llegar a ser propiamente los de una persona-, de modo que esos derechos no son “humanos”, en el sentido que le solemos darle hoy a la expresión-). ¿Qué sentido tendría, pues, para Babo, defenderse, explicarse? Él ha sido condenado a vivir en otra dimensión, la de los objetos. Y esa es una dimensión que los “amos” no pueden siquiera intuir; porque, ¿quién puede imaginarse lo que es ser un objeto? Por eso, tiene sentido que Babo no pronuncie una palabra más, desde el momento en que es aprehendido.
Los jueces juzgan a Babo como si fuera aquello que la sociedad no le permite ser: un sujeto. En realidad, vemos que Babo es un sujeto. El problema es, ¿cómo puede actuar un ser humano, si decide actuar como tal (como un sujeto), en una sociedad que lo reduce al lugar de cosa, de objeto, de 'humano pero no del todo', o 'casi humano pero no del todo'? Para Cereno, Delano y casi todos los lectores contemporáneos de Melville, Babo era algo así como un ‘sádico’. ¿Acaso no asesina indiscriminadamente? ¿No coloca el esqueleto de Aranda en la proa del barco, como trofeo? (Es más: debemos suponer que antes procedió a quitarle la piel, los órganos y los tejidos, pues es obvio que en tan poco tiempo el cadáver no puede haberse reducido a esqueleto por la acción natural de la putrefacción.) Babo podría ser un modelo perfecto para esos típicos "psicópatas" de las películas, como Hannibal Lecter...
¿Cómo alguien puede ser tan salvaje, tan sádico? ¿Está loco? ¿Es un psicópata? -Y, ¿qué hay que hacer con un criminal como este, a todas luces irrecuperable?
¿Acaso no hemos escuchado nosotros estas mismas preguntas, aquí y ahora? ¿Y acaso no refieren ellas, a menudo, a aquellos que en nuestra sociedad ocupan el lugar más próximo a aquel que en la de Delano y Cereno ocupaba Babo? ¿No tenemos nuestros propios Babos? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los oímos más que Delano o Cereno oyen a Babo? ¿Los tratamos mejor? ¿Qué tanto?
Pongámoslo de otro modo. Suele pasar, cuando leemos el texto de Melville, que la mayoría de nosotros, uruguayos de 2010, sin proponérneslo ni darnos cuenta, por un tiempo identifiquemos nuestra mirada con la de Delano, incurramos en sus mismos prejuicios y cometamos sus mismos errores. Entonces cabe preguntarse: Si individualmente asumimos (salvando las distancias), una actitud comparable a la de Delano, ¿no será que en conjunto, como sociedad, nuestra visión y nuestra actitud tiene (salvando las distancias), algo en común con la sociedad de Delano? Podemos hacernos, pues, las mismas preguntas que hicimos antes sobre Babo, pero pensando ahora en nuestro propio entorno.
¿Qué es Babo? ¿Quién es? No lo sabemos. Nunca lo sabremos. “Nosotros”, los hombres libres, no podemos saberlo, porque para saberlo hay que haber sido esclavo. Babo es una persona cuya subjetividad nos es ajena y que no acepta abrirse ante nosotros, pues sabe -o asume- que no hay espacio donde podamos entendernos. Sabe -o asume- que la única forma de comunicarse con nosotros donde puede tener alguna posibilidad, el único intercambio en el que puede ganar algo (en vez de solamente perder, perderlo todo), es la violencia. Dominar(nos) -y si para ello es necesario, matar(nos)-, es lo único que Babo puede hacer con nosotros.
¿Quiénes son nuestros Babos? ¿Cómo se comportan nuestros excluidos -esos que desde su nacimiento y por su nacimiento están, en una proyección del 90 %, digamos, condenados a la exclusión extrema? ¿Se adaptan a “la” sociedad (a nuestra sociedad)? ¿Se guían por “las” leyes (nuestras leyes)? ¿O, por el contrario, asumen el lugar ‘que les tocó’ -que les tocó por haber nacido en determinado entorno, como a Babo le tocó por haber nacido con determinado color de piel-? ¿Reaccionan como Babo? ¿O como un esclavo sumiso? Sabiendo que, por más que se esfuercen, difícilmente salgan del lugar ‘que les tocó’, y que a aquellos a quienes les tocó un lugar mejor no parece importarles mucho, o mejor dicho, ni siquieran saben quién es él, ¿deciden, pese a todo, “adaptarse” a las reglas, obviamente injustas pero que casi nadie propone cambiar? ¿O, por el contrario, intentan, cuando toda otra esperanza está perdida, clavarle el cuchillo a Cereno?
¿Qué mueve a Babo a matar a Aranda, destripar su cadáver y colgar su esqueleto en la proa del barco? ¿Qué mueve a alguien a herir o incuso matar a otro “por 100 pesos”? ¿Y qué hacer con Babo? ¿Matarlo y exhibir su cabeza en la plaza pública? (¿Entre nosotros no se dice: “a esos asesinos hay que matarlos”?) ¿O bien, en un gesto de humanidad (como el que podría tener Delano), hay que enviarlo de vuelta a África en un barco de carga? (“A los menores irrecuperables hay que meterlos presos y que no salgan más”, también se dice.)
El conocer (o no conocer) al otro es parte del conocernos (o no conocernos) a nosotros mismos. ¿Qué es Babo? ¿Quién es Babo? Si no hay respuestas para esas preguntas, tal vez las haya para otras. Por ejemplo: ¿Qué hace que existan Babos en nuestra propia sociedad? ¿Los padres, que siendo “negros” -o “pobres”- procrean hijos? ¿La culpa es de los padres de Babo? ¿O es de Babo, que no supo “adaptarse” (que no aceptó “adaptarse”, porque no aceptó ‘el lugar que le tocó’)? -¿Y nosotros? ¿Qué somos nosotros? ¿Espectadores? ¿Qué papel nos toca en este relato? Si, llegado el caso, quedamos a merced de Babo y nos pone el cuchillo en la garganta, entonces somos víctimas. Y el resto del tiempo, ¿qué somos?
--  Melville parece preguntarse, y preguntarnos, cuál es el origen de la miseria humana. -Son muchos, parece responder. Si, muchos. Y también (podemos quizá agregar), son siempre los mismos. Lo que importa, parece decirnos Melville, es cómo nos vemos y cómo vemos al otro. Y qué hacemos, a partir de allí, ante el otro. Es con esas cuestiones en mente que les propongo, ahora sí, despedirnos del San Dominick.

"Benito Cereno" - TEMA DE DISCUSIÓN 13

Dominadores y dominados

[Este aporte ha sido editado. Se incluyen comentarios del docente a lo largo del texto.]

Dice Luciana Laguisquet:

Para trabajar con este complejo relato, me gustaría plantear una hipótesis sobre los temas que a mi entender trata, dejo en claro que es sólo una posible punta del iceberg, una línea de trabajo para analizar.
Pienso que es un texto amenazante, un texto que plantea la posibilidad de diferentes realidades, y la imposibilidad humana de verlas, guiados siempre por la realidad de los poderosos, la dominante. De cómo esta mirada única nos hace caer en un engaño, y en algunos casos terminar como el pobre Alejandro Aranda, convertidos en un cadáver atado en la proa del barco.
Benito Cereno, encarna a España, el país que fue el poderoso, el dominante, y que empieza a decaer. Él y su tripulación caerán en el engaño de los esclavos. Delano, sería el representante norteamericano,* los nuevos poderosos, quienes salen venturosos de este problema, pero no precisamente por su brillantez, sino porque a último momento Cereno se lanza a su barco, lo que empieza la cadena que llevará a descubrir la mentira de los esclavos. Cabe aclarar que incluso en este momento Delano primero piensa que Benito Cereno se lanza a atacarlo y que Babo se acerca a defender a su capitán, no a asesinarlo; es decir que tarda bastante en darse cuenta de lo que está pasando; su “realidad” no está capacitada para aceptar que el peligro pueda venir desde los esclavos. Lo mismo que, páginas adelante, descubriremos sucedió en un principio con los españoles, nunca creyeron que los esclavos podrían atacarlos.
Esta novela es una red de engaños, los que suceden en la trama, pero también en la estructura hacia el lector. Pienso que estos últimos son el centro de la novela (si el lector caerá o no en las trampas). Creo que la clave de esto, donde se da una pista de cuál es el verdadero tema está en la primera página (como en todo buen libro):
Al tener en cuenta la soledad y desamparo de aquel lugar, y las historias que en aquellos tiempos se contaban sobre esos mares, el asombro del Capitán Delano podría haberse convertido en grave preocupación, de no haber sido una persona de bondadoso carácter y extraordinariamente crédula, y nada inclinada, salvo ante un estímulo extraño y repetido, y aún entonces difícilmente, a ceder ante sentimientos de alarma que de algún modo implicaran la suposición de que los hombres actuarán con malignidad. Que los sabios decidan si, a la vista de todo aquello de que es capaz la humanidad, semejante rasgo pone de manifiesto o no, junto con un corazón benevolente, una particular agudeza y exactitud de percepción intelectual. [Subr. de Luciana]
Desde mi punto de vista, a partir de acá, Melville nos dice: señor lector, todo en este texto puede y debe ponerse en tela de juicio, es su decisión qué piensa en relación a todo lo que se plantee, empezando por las características de Delano, podrá caer en la trampa de asumir que son cualidades, o sospechar.
Definitivamente en esta novela hay que sospechar de todo. Lo complicado, y parte de la genialidad del autor, es cómo mezcla los pensamientos de Delano con la narración aparentemente hecha por un narrador objetivo. La realidad de Delano (dominante), su visión sobre las cosas, se nos interpone todo el tiempo, desvirtuando la narración objetiva. ¿Melville quizás se pregunta si existe realmente la posibilidad de una narración, y por lo tanto una mirada objetiva?
Por último, volviendo a lo que señalaba al principio sobre la realidad de los poderosos versus la realidad de los sometidos, por lo tanto los [que se ven como] inferiores,** me gustaría señalar que a mi entender no sólo los negros son puestos como amenaza, sino que las mujeres de esta obra (aunque sean mujeres negras, esclavas, me detengo en ellas como mujeres en general, otro grupo considerado débil e inferior), son muy interesantes de analizar. En la parte del relato en que Delano está en el barco español, el capitán estadounidense se maravilla y tranquiliza con estas mujeres, observa a una mujer negra con su hijo y deja a un lado sus sospechas, luego de una descripción de la mujer. Delano piensa: “Esta es la naturaleza al desnudo, puro amor y ternura, pensó el capitán Delano fascinado. Este incidente le llevó a observar a las otras negras con mayor detenimiento. Le gustaron sus maneras: como muchas mujeres no civilizadas, parecían a la vez tiernas de corazón y robustas de constitución…” Así se nos presenta, a través de Delano, a las mujeres en el inicio. Al final, cuando se devela la verdad (una verdad supuesta, si seguimos cayendo en las trampas, ya que seguimos siendo guiados por relatos de poderosos), esto se dirá de las mujeres: “las negras, todas ellas en edad, conocían la rebelión y se mostraron satisfechas de la muerte de su amo [...] si los negros no las hubieran contenido, habrían torturado hasta la muerte […]”. [No parece adecuado comparar ambos pasajes sin distinguir que uno corresponde a la visión de Delano y el otro a la declaración de Benito Cereno.]
Algo similar pasa con el otro personaje representante de otra raza inferior, el mulato Francisco, que al inicio Delano ve como un fiel servidor, y después se dice “…formaba parte de la primer banda de rebeldes, y que en todo fue instrumento y criatura del negro Babo…”. [Lo mismo que se dijo antes pasa aquí: esto último forma parte de la deposición de Cereno.] Con estos personajes pretendo reafirmar la idea de que no se habla solamente de la realidad de los negros, sino de las realidades de todos aquellos que no están dentro del discurso del poder, de la realidad dominante.

* Habría que decir estadounidense, que es a quienes se refiere Luciana; obviamente ni canadienses, ni la mayor parte de los mexicanos, que son tan norteamericanos como Melville o Delano, están incluidos entre aquellos de los que se habla aquí.
** Sin el agregado entre paréntesis, el texto se leía así: "por lo tanto los inferiores", lo que significa afirmar, por parte de la autora, que son inferiores; obviamente, esa no es la intención. Se asume que toda afirmación de un texto crítico, como este, es una afirmación del autor o autora, salvo que se diga lo contrario (en forma explícita o por otra vía -por ejemplo, si se usa un tono claramente paródico-)

5.9.10

"Benito Cereno" - TEMA DE DISCUSIÓN 10

¿De qué trata "Benito Cereno"?

En clase y en varios comentarios de este foro surge esta cuestión. Realizar una lectura analítica del texto de Melville requiere reflexionar un poco sobre esta cuestión. ¿Sobre qué, o quién/es se habla aquí? Sobre muchas cosas, claro, pero, ¿cuáles son las más relevantes? 
Una de las interpretaciones que ha hecho la crítica es que el relato trata sobre nuestra capacidad para pensar y entender al otro, especialmente al otro racial, cultural, etc. Pero hay otras formas posibles de leer el cuento. En clase leímos "Le bateau ivre" siguiendo, como hipótesis de trabajo, la interpretación (propuesta por Paola), de que el poema trata de la poesía. En una lectura más detenida del texto (de sus primeros párrafos), vimos que esa hipótesis de trabajo inicial parecía "funcionar", a tal punto que podríamos haber deducido que, en efecto, el poema trata de la poesía. Sin embargo, como dijimos, esa no es la única interpretación posible; otros análisis del poema han sugerido otras, que también parecerían confirmarse, al menos parcialmente, si hiciéramos una lectura detenida del texto usando esas interpretaciones como hipótesis de trabajo. Ello nos muestra que si, por un lado, la interpretación que hagamos del texto deriva de nuestra lectura, al mismo tiempo la lectura que hacemos del texto depende de la interpretación que nos vayamos haciendo del mismo. Es un proceso de interrelación: a medida que voy leyendo voy interpretando (digo: "ah, este texto habla de tal cosa, asume tal punto de vista, sostiene tal opinión, etc.), pero también pasa que, a medida que voy interpretando voy leyendo -es decir, a medida que me voy haciendo una imagen del 'sentido' del texto voy guiando mi lectura en unas direcciones más bien que en otras (voy dirigiendo mi atención a algunas cosas más que a otras, estableciendo relaciones entre ciertos elementos más bien que entre ciertos otros, etc.), de modo que con una interpretación distinta hallaría otras cosas en el texto. Un ejemplo bien simple es el hecho de que cientos de análisis críticos de "Benito Cereno" durante varias décadas fueron incapaces de leer el error en "Seguid vuestro jefe". Las interpetaciones del relato hacían que se lo leyera mirando otras cosas, por así decirlo. Algo similar pasa con otro cuento muy conocido de Melville: "The Piazza" ("El porche"), donde el narrador, en primera persona, describe un porche, una casa y una zona que son exactamente los del hogar de Melville. Todos los detalles y nombres geográficos coinciden exactamente con los de la casa de Melville, salvo una sola palabra. Esa palabra es el único nombre de un lugar o accidente geográfico que no existe en Massachussets, donde está ambientado el cuento: Quito. La capital ecuatoriana es mencionada en varias obras de Melville, siempre con una fuerte carga simbólica; de modo que introducirla como un punto geográfico cercano a su casa en Massachussets es algo muy significativo. Sin embargo, la crítica no ha sido capaz de leer esa palabra, “Quito”. Digo leerla pues los análisis del cuento suelen presentarlo, acertadamente, como una descripción bastante precisa del lugar donde vivía Melville, pero omiten, sistemáticamente, mencionar que hay una excepción a tal “mapa” realista: decir que algunas millas al este de la casa está Quito. Vemos que la interpretación que se haga de un texto, pues, puede determinar la lectura del mismo, al punto que incluso una palabra que esté escrita allí (en este caso, un nombre propio que debería llamar la atención de cualquier conocedor de la obra de Melville, pues aparece también en uno de los pasajes más célebres de la misma), puede resultar invisible al ojo que lee.
En síntesis: leer es interpretar. Y ello a tal punto que si hay algo que nuestra interpretación no es capaz de tomar en cuenta, es probable que  nuestra lectura no sea capaz de verlo, como le ha pasado a docenas de críticos de Melville, durante décadas, en el caso de "The Piazza". 
En "Benito Cereno", leeremos el texto según de qué creamos que trata el mismo, y viceversa.
Varios estudiantes han abordado directa o indirectamente esta cuestión. Una de ellos es María del Pilar González, quien señaló lo siguiente:
Delano, es incapaz de ver en el negro Babo, malicia, astucia, aunque éstas estén continuamente ante sus ojos, en la observación constante que hace el esclavo del rostro de su amo. Pensamos que, uno de los momentos culminantes de dramatismo, es cuando Babo afeita a Don Benito.
Don Benito, termina aniquilado moral y psiquicamente por su relación con el negro Babo. En esa relación, los papeles, "amo y esclavo" se han invertido. Lo único que los une es odio y violencia. Don Benito se retira a un Monasterio para huir de la "sombra" del negro Babo.
La narración es una crítica a la sociedad de la época y a la esclavitud. Vemos toda la crueldad de los negros rebeldes al apoderarse del barco, pero, los blancos al capturarlos, no son mejores.
La cabeza de Babo, "clavada en una estaca de la Plaza", representa la astucia, vencida con astucia, poder, armas y fuerza; es la destinataria de la frase "seguir al jefe", es la que maquina todos los hechos, y es, sin embargo, muestra de que la barbarie de la raza blanca, moralmente, no es superior a la raza negra.
La frase de Delano, "Ah, esta esclavitud alimenta malas pasiones en el hombre", define toda la situación y la obra.

"Benito Cereno" - TEMA DE DISCUSIÓN 12

Los nombres propios

Me pareció interesante el paralelismo con lo gris, la niebla, las sombras con la aparición y el personaje de Benito Cereno, cuyo nombre también llamó mi atención. Me hizo recordar a personajes como Fermín de Pas o Álvaro Mesia en La Regenta de Clarín, cuyos nombres aluden a algo en nuestras mentes pero que por una letra (en el caso de de Pas, la s en vez de la z, en Mesia la falta de la s final y en nuestro caso la C en vez de s en sereno), cambian en significado o dan un nuevo sentido al personaje. El personaje de Pas es caracterizado por la falta de paz en su interior, siendo ademas cura; en Cereno sucede lo mismo: no es un personaje sereno sino abatido y tanto su descripción fisica como moral lo muestran asi, al igual que sus desmayos, ataques, etc. son otra cosa...(la cita de los personajes aluden al libro de "Clarin" "La Regenta"...hay más que discutir quizas luego...saludos

Andrea Faraone
[Este comentario fue editado a fin de organizar mejor la exposición de la idea.]

Como en el caso de Seguid vuestro jefe y en algún otro que podemos encontrar en el texto, el problema o el error reside en una sola letra. ¿Alguna sugerencia al respecto? [E. I.]

"Benito Cereno" - TEMA DE DISCUSIÓN 11

"Benito Cereno" y el realismo

1. Aporte de Mariana Muñoz

Si bien en varios aspectos el estilo narrativo de Benito Cereno, recuerda la estética propia del Realismo -como ya ha sido señalado en otras intervenciones-, creo que el relato trasciende las características de esta escuela literaria.
Como fue mencionado en clase, las características del Realismo eran a la vez expresión y causa de una cosmovisión ampliamente difundida y aceptada en la época, que puede ser resumida en pocas palabras, en la percepción de un mundo que puede ser explicado y comprendido a través de la razón y del conocimiento científico. Por lo mismo, en la estética realista existe una lógica cientificista: hay una realidad que resulta cognoscible y dicho conocimiento se produce a partir de un análisis racional de los datos recibidos a través de los sentidos. Esta es una de las razones por las cuales las descripciones son tan importantes en los textos realistas; a partir de ellas se hace posible el conocimiento de los personajes y del lector -pensemos en el ejemplo analizado en clase de cómo las características de la Casa Vauquer nos permitían conocer las características de su dueña en Papá Goriot-.
En el caso de Benito Cereno la realidad tal como se le presenta al personaje y es trasmitida por el narrador, no es una fuente válida de conocimiento: la precepción es problemática porque la “aparente” realidad no lo es en verdad y por lo mismo, el análisis de esos datos son problemáticos para el personaje -quién todo el tiempo realiza suposiciones a las que no termina de dar crédito y termina descartando- y, por consiguiente, también para el lector. Podríamos considerar que se trata de una reedición del tópico de “el engaño a los ojos” -propio de la literatura barroca- en el cual se complejiza la existencia de una realidad unívoca y se problematiza la capacidad del hombre de poder acceder al conocimiento.
En resumen, este planteo señala que bajo una estética aparentemente realista, el autor de este relato trasciende las características de esta escuela realista, dando como resultado el cuestionamiento de la cosmovisión que la funda: el hombre vive en un mundo problemático, donde el conocimiento no es algo a lo que se pueda acceder con facilidad y los datos que pueden percibirse a partir de los sentidos pueden resultar engañosos. Incluso puede vislumbrarse la sugerencia de la intuición como un posible medio de conocimiento, ya que es en los momentos en los que se deja llevar por la intuición, que Delano está más cerca de comprender la verdadera dimensión de los hechos -intuición que resulta descartada por el prejuicio de la razón y de una aparente evidencia empírica-.


2. Comparación con Balzac
Aporte de  Florencia Papasso [Este aporte ha sido resumido y editado.]
“Pero poco después se convencía de que, si bien al principio había sido indulgente al juzgar al español, quizá, después de todo, no había sido lo bastante caritativo. En el fondo, era la reserva de don Benito lo que le disgustaba, pero lo cierto era que mostraba la misma reserva para con su fiel asistente personal. Incluso los informes oficiales que según es costumbre en el mar le eran regularmente transmitidos por algún insignificante subordinado, ya fuera blanco, mulato o negro, a duras penas tenía la paciencia de escucharlos, sin dar muestras de despectiva aversión. Su actitud en tales ocasiones era, salvando las distancias, un tanto parecida a la que se suponía debía ser la de su real compatriota Carlos V, justo antes de dejar el trono para partir a su anacorético retiro.”
Ambos escritores comparten una misma corriente que es el realismo, y tomé esta parte del texto para justificar lo que quiero decir. Mientras que en Papá Goriot la descripción minuciosa de elementos primero del marco espacial (la casa, su fachada, su arquitectura), luego de los personajes, su forma de hablar, su vestimenta, sus gestos y, más tarde, la vida de los mismos, trayendo a colación situaciones anteriores que de alguna manera marcaron esas vidas, nos van ayudando a crear en nuestra mente una mejor imagen de lo que el autor nos quiere transmitir.
En “Benito Cereno” sucede exactamente lo mismo, es decir: la descripción primero de la mañana, luego del mar, cada detalle, los colores, los sonidos, y hasta nos da la posibilidad de percibir olfativamente algunas cosas como el musgo, cuando se dice que el orín borraba las letras pintadas con tiza en el barco.
Luego tenemos, al igual que con Balzac, la descripción de las situaciones y cómo cada elemento encaja y hace funcionar la propia historia.
Pero además está la descripción física de los personajes, cómo su apariencia refleja lo vivido y, sobre todo, cómo determina la idea que nosotros como lectores nos hacemos de ellos.
[...]
En Melville se trata pues de un barco y en Balzac de una casa, pero ambos describen a sus personajes desde adentro hacia afuera, es decir: intentan quizás descifrar hasta sus sentimientos. Ambos hacen, así, que sus historias sean precisas, pero sobre todo generadoras de muchas preguntas y dudas para los lectores.