29.8.10

"Benito Cereno" - ACLARACIÓN IMPORTANTE



Es sumamente llamativo que en los primeros comentarios realizados no se hacía referencia al aspecto decisivo de toda la trama*: antes de que comience el relato ha ocurrido un motín y los esclavos se han apoderado del barco.
Todo el tiempo que Delano está en el San Dominick, pues, asiste a una suerte de puesta en escena que los tripulantes del barco español tienden para él. Cereno y los demás españoles, amenazados de muerte por los esclavos, simulan controlar el barco, cuando en realidad son rehenes, y los africanos y afroamericanos simulan seguir siendo esclavos, cuando en realidad se han liberado. Se trata de una representación donde las cosas son al revés de lo que parecen (los que hacen de esclavos son los amos, y viceversa).
Hasta el momento nadie abordó una cuestión que es quizá la más significativa de la relación que el relato establece con su audiencia: el texto nos tiende a nosotros, lectores, una trampa similar a la que se le tiende a Delano. Y la mayoría de nosotros cae en esa trampa, como cae Delano. (¿Cuándo se dio cuenta, cada uno de ustedes, de lo que pasaba? ¿Antes que Delano o al mismo tiempo que él?)
A diferencia de Delano, el narrador conoce desde un principio lo que está pasando en el San Dominick, pero se guarda de decirlo: nos oculta esa información. Si los esclavos y sus rehenes montan una puesta en escena para un único espectador (Delano), el narrador monta una representación similar para su propia audiencia, o mejor dicho: reproduce dicha representación en su relato (la vuelve a montar, la re-presenta); y ello sin decir que se trata de una representación. El narrador intenta pues engañar a su audiencia tal como Babo y sus compañeros intentan engañar a Delano.**
Si Benito Cereno, el personaje, representa a su vez personaje engaña a Delano (es obligado a ello por Babo), “Benito Cereno”, el relato, nos engaña a nosotros, sus lectores.
Una de las dimensiones donde se percibe esta actitud es el manejo de la dimensión temporal. Lo primero que se nos cuenta es que esta historia tuvo lugar “en el año 1799”. Aunque el momento en que el narrador cuenta estos hechos no está fechado, obviamente es posterior a los mismos (no es “en el año 1799” sino en una fecha posterior). La voz narrativa se encuentra, pues, en un tiempo posterior al de los hechos. Sin embargo, durante casi todo el relato tiende a dar la impresión de que es contemporánea a lo que está ocurriendo. Aunque los tiempos verbales son, como es lógico, pasados, cada suceso parece narrarse a medida que ocurre.*** Esto refuerza la impresión de que estamos asistiendo a ellos en el momento en que se producen.

Al constatar que lo que Delano percibió fue una puesta en escena, podemos reparar también que el relato que nosotros leímos fue, asimismo, una representación. O mejor dicho que es una representación. Pues el relato no termina en ese punto. Seguimos leyendo el relato; el mismo relato. ¿Por qué debemos asumir que, ahora sí, el narrador nos está brindando toda la información? ¿Qué nos indica que, ahora si, ya no estamos ante una representación encubierta, sino ante “la realidad”?
Melville nos recuerda que siempre estamos ante una representación, o mejor dicho: que siempre estamos en una representación.
Todo relato, por supuesto, es una representación. Pero muchos críticos han señalado que un objetivo de Melville en textos como este es señalar que toda percepción es una representación. Es decir: que no es posible “ver” los hechos tal cual son, sino que toda percepción de un fenómeno es una percepción organizada de acuerdo a nuestras propias capacidades perceptivas y a nuestra perspectiva. Y que una de las estrategias perceptivas del ser humano es, precisamente, ver los hechos en términos de un relato, es decir, como una sucesión unilineal, orgánica y coherente de sucesos encadenados y que guardan relaciones de causa a efecto entre ellos. Siempre vemos relatos, narraciones; dicho de otro modo: narrativizamos lo que percibimos, y esa narrativa, el relato que percibimos (que construimos), es, como todo relato, producido desde un punto de vista.
Melville alude a este carácter de representación que tiene la realidad humana en muchas formas. Piensen, por ejemplo, en el juego de cajas chinas con la figura de Benito Cereno como personaje. En un primer nivel, que es el único que percibe inicialmente Delano (y muchos de nosotros, lectores), tenemos a una persona llamada Benito Cereno, que es el capitán de un barco que viene de doblar el Cabo de Hornos. Luego descubrimos que se trataba en realidad de un personaje en la representación urdida por Babo; ese personaje, el capitán Benito Cereno, es interpretado por el rehén Benito Cereno. Y hay un tercer nivel, por supuesto: este Benito Cereno, rehén que es liberado, es un personaje del relato que estamos leyendo. Noten la homonimia que liga los tres niveles: el personaje cuyo ‘guión’ escribe Babo, el personaje del relato que estamos leyendo y el propio relato se llaman, los tres, Benito Cereno. ¿Cuál es “la realidad”? ¿Cuál es el Benito Cereno que no es representación? Llevado a sus últimas consecuencias: ¿qué identidad no es una representación? ¿Qué persona no es un personaje? (Por cierto, la palabra persona proviene, justamente, de la palabra griega que designaba la máscara usada por el actor en el escenario.)


* En un relato, llamamos “trama” a los acontecimientos relatados, es decir: los sucesos que tienen lugar en ese mundo virtual que construye el relato (el “cuentito”, como se le llama a veces).
** Sobre el concepto de narrador ver el tema de discusión 5. Sobre “el punto de vista y el grado de conocimiento del narrador sobre las acciones que se presentan en el cuento” ver las observaciones de Ana Valentina Toloza en el tema de discusión 6.
*** No hay casi analepsis (es decir, saltos hacia atrás en el tiempo [dos días antes de {lo que se está contando}, Juan había visitado una isla cercana donde tuvo lugar otro hecho curioso”]), ni prolepsis (saltos hacia adelante en el tiempo [dos días después de {lo que se está contando}, Juan visitaría una isla cercana donde iba a tener lugar otro hecho curioso”]). Los casos de analepsis y prolepsis son escasos y por lo general poco significativos. Las analepsis más notorias se producen cuando los tripulantes del San Dominick cuentan a Delano lo que había pasado en el barco antes de su llegada (enfermedad, tormentas).

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